lunes, 18 de octubre de 2010

Un huerto en tu casa

El cultivo de las hortalizas en el hogar se ha extendido de tal forma que ya es extraño tener una parcela de tierra en las casas que esté sin labrar.

Grandes beneficios se derivan de este uso, pues los productos que obtenemos son de extraordinaria calidad y nuestros jardines están mucho más aprovechados. Además,
La creación de huertos particulares se propaga con rapidez. No es para menos, ya que las ventajas que reporta son muy amplias. No cabe duda de que las verduras son una gran fuente de sales minerales, fibras y vitaminas, totalmente imprescindibles para el buen funcionamiento de nuestro organismo. Por tanto, ¿qué mejor que tenerlas en nuestra propia casa?

Otra ventaja es la mínima merma de propiedades de las hortalizas recién cortadas, a diferencia de las que se comercializan, que llevan cosechadas mucho más tiempo y se han desprendido ya de buena parte de sus nutrientes. A esto se suma el sabor, que evidentemente no es comparable entre unas y otras. El ahorro económico es otro aliciente, además de la sana y saludable tarea que resulta cuidar el huerto, apta y recomendable para cualquier componente de la familia.

Hemos de destacar también la variedad. Cuando llegamos al mercado es frecuente escuchar "se nos ha acabado", o "eso no nos lo traen", que, en este caso, es un problema olvidado. Si ya te has decidido a cultivar un huerto, a continuación te explicamos los pasos que debes seguir para que se desarrolle adecuadamente.

La superficie
La longitud del terreno varía en función del espacio disponible. Para hacernos una idea, contando con un espacio de 20 a 25 metros cuadrados tendremos suficiente y así gozar del placer de llevar frutos recién cultivados a nuestra mesa todo el año. Se recomienda que el suelo sea arenoso o arcilloso y tenga un buen drenaje.

Fundamental es también planificarse, para lograr una productividad intensa. Ciertos componentes son vitales para la ejecución de nuestro propósito y han de ser sistemáticos. Se trata de regar o abonar el terreno.

Otra forma de evitar sorpresas desagradables es pronosticar inconvenientes que nos pueden perjudicar como, por ejemplo, el clima. Existen situaciones extremas, como una nevada, que son capaces de arruinar toda la cosecha. En tales casos es preferible reemplazar los vegetales por nuevas plantas, aunque sean de distinta variedad. Otra opción es sembrar de nuevo, para lo que debemos consultar los calendarios de sembrado, transplantes y los ciclos vitales de las especies.

Especies de cultivo
Es sabido por todos que, al igual que las frutas, las verduras tienen cada una su época. Los periodos de plantación son muy importantes y tan sólo existen dos especies que nos permiten hacerlo durante todo el año: el rábano y los guisantes.

El mes favorito de los vegetales parece ser septiembre, que es cuando inician el ciclo la mayoría de las hortalizas, por ejemplo: alcachofas, acelgas, apio, remolacha, maíz, pepino, pimientos, sandías y tomates. Para tener un huerto completo, sólo nos faltan las hierbas aromáticas. Podemos recurrir al cilantro, la albahaca, la menta, el romero, la salvia, entre otras variedades.

¿Semillas o macetas?
Para todos los gustos. Comprar las plantas para el huerto te ofrece dos opciones, germinadas en maceta o semillas. Cualquier amante de la naturaleza encontrará satisfactorio ver su huerto crecer poco a poco de las pequeñas semillas. Otros, sin embargo, son más impacientes y prefieren recurrir a viveros, donde las plantas ya están más desarrolladas y, por tanto, tardan menos en ofrecernos sus frutos.

Ahorrar dinero como horticultor es muy fácil, ya que se pueden utilizar las semillas que produce cada cosecha para posteriores siembras (multiplicación). Si es la primera vez que cultivamos verduras y hortalizas, tendremos que comprarlas: se recomiendan las semillas que vienen con un sistema de protección de epidemias, plagas o enfermedades. En cualquier caso, los viveristas nos aconsejarán las más adecuadas para nuestro clima y terreno.

La desventaja de las semillas es que muchas plantas tienen un desarrollo excesivamente lento y que requieren muchos cuidados adicionales. Si te armas de paciencia, conseguirás unos resultados excelentes, en especial, con las anuales, bianuales y perennes.

Organiza los cultivos
La organización es imprescindible para lograr nuestra meta. Los terrenos deben subdividirse en parcelas y, cada una de ellas, albergará un producto diferente. Sin embargo, no se pueden segmentar sin un orden y hemos de tener presente nuestro objetivo principal, obtener el máximo rendimiento.

Las dimensiones mínimas han de ser 5 m. de largo por 1 m. de ancho, pero cuanto más ancho sea mucho mejor, ya que facilitaremos el movimiento en la zona. La disposición se hará buscando la exposición solar más favorable. El aire, sol y agua son estrictamente necesarios para el correcto desarrollo de nuestros vegetales, así que procuraremos no tener cerca otros árboles o arbustos con el fin de no tener que compartir con ellos estas fuentes de vida.

Después de establecer nuestro terreno y plantar las semillas, no podemos dejar que un simple pisotón nos lo estropee. Las raíces de las plantas y los demás seres vivos que habitan bajo el suelo son para nosotros una garantía de supervivencia de los vegetales (las raíces construyen cámaras de aire, remueven el suelo...) y no debemos modificar su ritmo de desarrollo. La solución es cercar la zona con redes, muy prácticas porque no necesitan mantenimiento, y que pueden ser de distintos materiales, principalmente hierro o plástico.

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