Si se manejan con acierto estas variables y se escogen las semillas más adecuadas al manto que se quiera obtener, se logrará en poco tiempo un césped compacto y uniforme.
Según su finalidad, el césped puede ser suntuario y utilitario o deportivo.
El primero es de carácter ornamental, por lo que suele ser frágil, fino y exige más cuidados; el utilitario es un tapiz más resistente y muy tolerante con el pisoteo.
Una vez definido el uso del césped, se deben escoger las semillas más adecuadas al mismo y son éstas las que en último término establecen las diferencias entre unos y otros tipos de césped.
Los céspedes están compuestos por gramíneas, una familia que reúne 10.000 especies distintas, de las que sólo 20 se utilizan para este fin, siendo exactamente 12 las más demandadas en todo el mundo. Según su adaptación al clima, éstas se clasifican en especies de climas templados y fríos y especies de climas cálidos (subtropical y mediterráneo).
Cada especie posee sus propias características con respecto a factores fundamentales como la resistencia a la sequía, la capacidad de prosperar en zonas sombreadas, la tolerancia al pisoteo, la adaptabilidad al suelo, su ciclo de germinación o el momento oportuno para la siega.
Conocer estos valores es muy importante para elegir la especie más adecuada a un jardín concreto, pero esto presupone unas nociones de jardinería que habitualmente no se poseen. Por ello, lo mejor es acudir a un paisajista o acercarse al vivero y facilitar al experto toda la información necesaria para que éste acierte en sus recomendaciones.
Aquí van, no obstante, algunas claves básicas relacionadas con la finalidad del césped y la climatología de la zona.
Según su finalidad:
Para un césped ornamental, por ejemplo, se recomiendan mezclas de Festuca rubra y Agrostis stolonifera, dos gramíneas en las que prima la elegancia y la belleza sobre la resistencia al pisoteo continuo.
Las mezclas para céspedes utilitarios son más variadas, pues requieren especies de follaje fino y de follaje grueso. Una buena cobertura puede reunir semillas de Lolium perenne, Poa pratense, Festuca rubra y Agrostis tenuis.
El césped que poseen la mayoría de los jardines familiares tiene unas exigencias muy concretas, pues es una hierba para usar y disfrutar más que para admirar. En este caso, la mejor opción es la mezcla de Lolium perenne y Poas, dos especies que no exigen un mantenimiento muy complicado y que soportan bien el pisoteo.
Según el clima de la zona:
Césped de clima continental:
Se pueden mezclar variedades como Lolium perenne, Festuca rubra, Festuca ovina, Festuca arundinacea y Poa pratense, gramíneas muy apropiadas para las temperaturas extremas del interior de la Península
Césped de clima atlántico:
Algunas de las especies más empleadas en las praderas situadas en zonas con este clima (puntos del Cantábrico), son Poa pratense, Agrostis stolonifera, Lolium perenne, Festuca rubra, Festuca ovina y Dichondra repens.
Esta última es de las pocas especies que se utiliza para el césped sin ser gramínea; crece bien en climas templados y es resistente en zonas sombreadas.
Césped de clima cálido:
Se emplean especies que toleran bien el calor y necesitan poco agua, como Cynodon dactylon, Zoysia japonesa, Paspalum notatum y Pennisetum clandestinum, entre otras.
Los productores mejoran cada día las características de las variedades mencionadas, incrementan sus ventajas y reducen sus inconvenientes, y el mercado se encarga de transformarlas en paquetes atractivos para el consumidor.
Pero si este no se decide por ninguna propuesta de carácter natural, también puede acceder al césped artificial, una modalidad hecha con materiales y fibras sintéticas que se fija al suelo con pegamento y tiene su mejor utilidad en las zonas de juego, los bordes de la piscina y las terrazas.
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