En estos casos, siempre es aconsejable recurrir a un profesional del paisaje, que sabrá planificar ese espacio tamizado por un estilo ajardinado y una distribución práctica del mismo.
Para las personas aficionadas que deseen realizar su propio jardín, recomendamos que no se asusten por pequeño que éste sea. En el mínimo espacio se pueden obtener resultados sorprendentes sin dejar de ser sensatos. Suele ser un obstáculo muy frecuente el pensar "total, en estos 20 metros ¿qué voy hacer? Lo dejo solado y ya está".
Evidentemente es una solución tan cómoda como antiestética, pues nunca, por vistoso que sea un suelo, se puede igualar a la belleza de un pequeño trozo ajardinado y demuestra, por parte de quien toma esa decisión, que no le gusta vivir en contacto con la naturaleza.
Una vez que sepamos las posibilidades que tenemos, nos pondremos manos a la obra teniendo en cuenta que en este reportaje vamos a aconsejar cómo sacar mayor partido a un espacio reducido y que no se trata de ofrecer consejos de diseño de tal espacio.
Las plantas de colores claros (glaucos, grises, áureos, variegados...) dan sensación óptica de mayor espacio ya que los colores claros reflejan más la luz y de manera más clara que los verdes.
La misma sensación la encontramos con los vegetales de hojas pequeñitas, que suscitan un efecto 'psicológico' de lejanía, lo contrario que las especies con hojas grandes, que ahogan la sensación de espacio vital.
Intentaremos crear distintas zonas, aunque sean muy reducidas, pues ópticamente provocan mayor sensación de conjunto que dejar una zona unificada o bien diáfana, donde la vista pierde la percepción real del espacio comparativo.
De todos es sabido que, cuando comenzamos a amueblar una habitación vacía (que nos parecía pequeña) es cuando nos damos cuenta de sus dimensiones reales.
En pequeñas porciones de terreno, no utilizaremos césped y, si lo hacemos, será en zonas muy puntuales.
Si creamos parterres nunca serán rectos (romos), sino terminados en picos (trapezoidales) o en forma de óvalos y elipses.
La creación de desniveles no es un truco óptico para dar sensación de amplitud a la vista, es que realmente se agrandan unos metros la superficie.
Recurrir a los desconocidos y encantadores trampantojos también es buena idea. Se trata de pinturas en la pared o muro de un patio o jardín que, como su propio nombre indica es "una trampa al ojo", creando falsas perspectivas de profundidad o lejanía.
En cuanto a los objetos decorativos, se deben utilizar con suma precaución: sólo los justos y nunca pequeños. Es mejor decantarnos por pocos y de un tamaño normal, tampoco excesivamente grande, a varios diminutos que ni se luzcan y enturbien el jardín creando la sensación de 'Feria de miniaturas'.
Los elementos sonoros, como juegos de agua (fuente de pared, un pequeño surtidor), campanillas por los árboles, plantas sonoras como el bambú, etc, proporcionan bienestar debido a la sensación espiritual de 'espacio vital' a través del oído.
Si se trata de un patio, nunca pintaremos sus tapias o muros de colores agresivos, sino que optaremos por tonos neutros y blancos sucios, como marfil, algodón, blanco ensabanado, blanco roto, cáscara de huevo, blanco arena, etc. No es buena idea llenar las paredes con los tan recurrentes platos de cerámica, faroles de pared, maceteros, etc.
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