Las prisas y la contaminación de la gran ciudad nos hacen apreciar cada vez más la belleza de los entornos naturales, por eso intentamos acercarlo a nuestras casas mediante las agradecidas plantas.
Un buen modo de aproximar la frescura de la campiña al hogar es proyectar en nuestra parcela un jardín rústico.
Aunque no todos los paisajistas se ponen de acuerdo a la hora de definir este tipo de jardín, la mayoría coinciden en que lo rural y lo autóctono han de estar presentes como características básicas.
La idea principal que nos ha de rondar por la cabeza cuando nos pongamos a diseñar es plantearnos un espacio libre, parecido a la estampa que encontraríamos en el campo. Por eso lo autóctono es imprescindible. La paisajista Teresa del Pozo, de Mundojardín, considera que es fundamental que nuestro jardín "no provoque una distorsión con el paisaje". De ahí que nos proponga recurrir a materiales de la misma zona donde nos encontremos: piedra, madera, especies vegetales...
El especialista Juan Luis Ruiz Dyezma prefiere hablar de jardín silvestre. "Últimamente se tiende en paisajismo a llamarle así en lugar de rústico, ya que parece un adjetivo más preciso". Denominaciones aparte, Dyezma parece coincidir en que "se trata de un diseño basado totalmente en el paisaje circundante natural". De la misma manera se pronuncian desde Arte y Paisajes Urbanos: "este tipo de jardín viene condicionado por factores externos, como la vivienda adjunta o el paisaje que hay alrededor de la parcela. Normalmente son casas de campo o alejadas de grandes urbes".
Materiales y especies
Parece lógico que, si la idea es crear un jardín a imagen y semejanza del paisaje colindante, las plantas y materiales que utilizaremos en el proyecto tendrán que partir del entorno que rodea a la casa. "Se suele recurrir a especies autóctonas, con variedad de colores y olores, procedentes y aclimatadas a la zona", puntualizan desde Arte y Paisajes Urbanos. "Asimismo es frecuente emplear accesorios como piedra o madera. Materiales que sean o imiten las materias primas que nos podemos encontrar en la naturaleza, y donde la mano del hombre las haya modificado por medios artesanos.
Suelos, paseos y muros suelen ser cuidados para que estén acordes con el entorno. Fuentes, huertos, decoración con aperos, útiles agrícolas, suelen quedar muy integrados en este tipo de jardines".
Teresa del Pozo, de Mundojardín, nos propone un ejemplo que bebe de nuestra propia Historia. "Los jardines monacales son especialmente rústicos y rurales porque combinan especies autóctonas, hortalizas y variedades medicinales".
La especialista nos propone crear setos con santolina o cualquier otra planta aromática, y cubrir el interior de flores y tomateras emparradas. "Los huertos no siempre están en bancales: una tomatera entre flores puede ser una idea innovadora, que combina lo bello y lo rústico".
La paisajista nos cuenta que fueron "los romanos los que comenzaron a poner en práctica el jardín rústico, que combina la belleza de la naturaleza con su utilidad. Las enormes villas romanas incluían jardines con pequeñas explotaciones agrícolas. También los árabes desarrollaron este tipo de jardín, al incluir naranjos.
Los frutales no pueden faltar en el jardín rústico".
El paisajista Juan Luis Ruiz Dyezma añade que se suele desechar el césped: se recurre a "praderas con flores y demás hierbas de prados, adaptados a cada clima y región". "La relación proporcional entre hoja caduca y perenne", propone, "cambia a favor de la caduca. La perenne pasa a representar un 25%, permitiendo que, con la caída de las hojas, el jardín nos muestre las cuatro estaciones con todo su esplendor".
El jardín rústico, por tanto, varía dependiendo de la localización geográfica. Este tipo de diseño en Asturias o Galicia podría incorporar praderas, debido al tipo de paisaje colindante, ofreciendo una estampa más verde y agreste, sin embargo, no sería igual en Andalucía o Extremadura, donde podemos recurrir a los olivos y arbustos medicinales, resultando un paisaje luminoso, austero y aromático.
Ordenación: dale forma al jardín
Si por algo se caracteriza el jardín rústico es por la ausencia de forma. O, cuanto menos, aparentarlo.
No existe orden ni equilibrio, ha de ser tan caprichoso como lo es la propia naturaleza. "Deben ser jardines abiertos, amplios, donde el usuario se encuentre cómodo y en el que pueda realizar las actividades propias de los medios rurales: paseo, labores de jardinería y huerto, descanso...", nos proponen desde Arte y Paisajes Urbanos.
"Se busca que el mantenimiento sea mínimo, huyendo de parterres geométricos o zonas delimitadas por medios artificiales".
Por parte de Mundojardín, Teresa del Pozo apuesta por una ligera "ordenación ortogonal, eminentemente práctica", para los rústicos, pero con más "curvas, juegos, formas caprichosas, más libre" en lo que ella denomina un "jardín silvestre".
El especialista Juan Luis Ruiz Dyezma nos propone "curvas suaves, nunca sinuosas que puedan inspirar artificialidad. La distribución de espacios no ha de proyectar estancias geométricas, sino desordenadas e informales".
Otro de los puntos claves es el cromatismo que desprenden las variedades vegetales elegidas. Dyezma nos propone armonía en el color y evitar contrastes: "cuando en la gama cromática de las flores sólo se utiliza un color, en todas sus tonalidades, se crean unos efectos muy sutiles que personalmente me encantan. Por ejemplo, el amarillo: todas las flores en amarillo seco, amarillo yema, amarillo pálido, etc".
Trabajos de mantenimiento
Puede parecer que un jardín rústico apenas requiere trabajo. Y, en principio, así debería ser, ya que el objetivo es que se mantenga por sí mismo, al igual que se mantiene el paisaje de los alrededores.
Sin embargo, en la práctica, no resulta tan fácil dejar nuestro jardín a su libre albedrío, ya que enseguida se puede desmandar. Teresa del Pozo explica que "es necesario delimitar las plantaciones y evitar que se coman las unas a las otras". "Planificar bien un jardín rústico o silvestre es complicado", admite.
Juan Luis Ruiz Dyezma afirma que "aquí no existen podas, salvo de limpieza: nunca trataremos de dar forma a los elementos vegetales".
Es fundamental, por tanto, controlar el crecimiento de las plantas, pero no organizarlo ni darle una estética diferente de la que les corresponde. Por su parte, los rústicos hortícolas exigen mayor cantidad de atenciones, debido a las necesidades propias de los cultivos.
Respecto al riego, Del Pozo añade que "los dos primeros años tendremos que regar bastante, aunque poco a poco iremos reduciendo los recursos, a medida que sea capaz de mantenerse por sí mismo gracias al agua de las lluvias".
Nota: Articulo extraído de internet
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