En las cumbres de las islas Canarias se juntan las nubes atraídas por los vientos alisios. Un árbol “supo” aprovechar esto y capitalizarlo para sus adoradores, los Bimbaches.
Se trataba del Garoé un laurel sagrado que al estar tan alto, hacía que el agua de las nuves se condensara y formase así una lluvia especial y constante, la lluvia horizontal. De esa forma los bimbaches de la isla El Hierro (Ver hoteles en Tenerife y hoteles en Gran Canaria) conseguían agua dulce en abundancia.
El árbol original no logró llegar a nuestros días, ya que se cayó por culpa de una tormenta huracanada en 1610. Pero en 1957 fue plantado otro laurel en el lugar original del Garoé, que fue creciendo y actualmente se encuentra rodeado por musgo.
Las nubes siguen chocando con las cumbres herreñas y en los días de niebla espesa se puede observar el fenómeno de la lluvia horizontal.
La existencia de este magnífico laurel está atestiguada en la plaza conmemorativa y por los seis pozos a cielo abierto que recogían su agua. También por testigos históricos que lo dejaron plasmado en papel.
El Garoé estaba ubicado a mil metros de altura cerca de Tiñor, en la ladera que recibe el viento. Según cuentan tenía el ancho de tres hombres abrazados, o sea un diámetro aproximado de 1,50 m. Su magnífico porte le permitía captar el agua de las neblinas y lloviznas. En especial una neblina que se localiza a unos 500-600 metros de altitud, y que en El Hierro se da entre los 600 y 1500 metros.
Los bimanches tenían la solución al problema de la escases de agua, lástima que ellos también se extinguieron casi junto con el legendario Garoé.
Artículo Original de elblogverde.
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